Delicadeza Marina con Toques Frescos y Sofisticados
- 2 lomos de lubina sin espinas, con piel
- 1/2 coliflor
- 150 ml de nata líquida
- 1 cda de mantequilla
- Sal en escamas
- Pimienta blanca
- 1 lima
- 1 cda de caviar cítrico (o sustituto: perlas de limón)
- Aceite de oliva virgen extra
Esta receta está pensada para quienes buscan una experiencia gourmet en casa. La lubina, con su carne delicada y piel crujiente, se combina con una suave crema de coliflor y se corona con el frescor explosivo del caviar cítrico. Es un plato elegante, ideal para una cena especial o para sorprender a tus invitados con un bocado de alta cocina.

Para preparar la crema, comienza cocinando la coliflor en ramilletes durante unos 10 o 12 minutos en agua con sal, hasta que esté muy tierna. Luego, escúrrela bien y tritúrala junto con la nata líquida caliente y la mantequilla, hasta conseguir una textura cremosa y sedosa. Añade sal y una pizca de pimienta blanca para potenciar su sabor. Reserva esta crema caliente o mantenla templada al baño maría mientras preparas el pescado.
Sigue con los lomos de lubina, que deben estar limpios y secos. Salpimenta únicamente por la parte de la carne. En una sartén antiadherente, calienta un poco de aceite de oliva virgen extra y coloca los lomos con la piel hacia abajo. Presiona ligeramente durante unos segundos para evitar que se encojan y deja que se cocinen a fuego medio-alto durante unos 3 o 4 minutos, hasta que la piel esté dorada y crujiente. Gira los lomos con cuidado y dora el otro lado apenas 30 segundos. Retira del fuego para evitar que se resequen.
Para emplatar, extiende una base generosa de la crema de coliflor en el centro del plato. Coloca el lomo de lubina con la piel hacia arriba sobre la crema. Añade cuidadosamente el caviar cítrico por encima —su acidez y textura estallan en boca y aportan un contraste sorprendente—. Decora con brotes frescos, unas gotas de aceite de oliva virgen extra y una pizca de ralladura de lima, que aportará un frescor muy elegante.
Este plato marida a la perfección con un vino blanco seco y mineral. Un albariño gallego o un Chablis francés resaltarán la delicadeza del pescado y equilibrarán la cremosidad del acompañamiento, haciendo que cada bocado sea aún más especial.